Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

lunes, 16 de septiembre de 2013

JOSÉ MANUEL LUCÍA MEGÍAS, Alcalá de Henares, Madrid


[Son invisibles]

Son invisibles.
Están en todas partes.
En los detenidos pasos de cebra.
En las aceras multicolores de las avenidas.
En los rincones de los cajeros ambulantes.
En los huecos encendidos de los hoteles.

Son invisibles.
Están en todas partes. Pero tú nos los ves.
Quizás es alguna ocasión escuches sus susurros,
sus palabras encadenadas de memoria
o los mudos letreros en sus rodillas.
Pero nunca los ves. Nunca.
Aunque se te crucen delante de los cristales
y te ofrezcan unos pañuelos con una sonrisa
tímida y las manos abiertas y cerrada la boca.
Aunque te hablen de familias lejanas
y de cercanos ecos de hambre y de miseria.
Tú nunca los ves. Nunca.
Pasan a tu lado dejando un rastro de olor
nauseabundo de reproches y de denuncias.
Pero tú nunca los ves.
Son invisibles.
Como el hambre de sus manos y de sus gestos,
como la rabia contenida en sus miradas,
como la estúpida sonrisa que se nos congela
cuando una vez más negamos con la cabeza.

Son invisibles.
Ni la caricia de nuestra voz merecen.
Ni la mirada certera de una respuesta
o el gesto inequívoco de una pregunta.
Son invisibles. Y eso que están por todas partes.
Nos rodean. Se sitúan a nuestro lado. Nos desprecian.
Invisibles también nosotros para ellos.



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