Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

miércoles, 25 de septiembre de 2013

ANTONIO RODRÍGUEZ ALARCÓN, Granada

Carta de amor abierta desde Ciudad Juárez

Me llamo Lidia, veinte años y estoy muerta. Mi amor me busca enloquecido para enterrarme pero ya estoy enterrada, ya estoy muerta. Me busca como bosnio en Srebrenica, como los españoles derrotados buscan todavía a sus muertos tras años de ignominia.

Pero yo estoy muerta. Desaparecida dicen pero muerta. El sol abrasa mis huesos desnudos y la arena del desierto los afila como cuchillos, el viento los esparce y aplasta bajo un cielo inmutablemente azul. Mis huesos y mi lisa cabellera como brasa de carbón encendida hasta la cintura.

Él me busca en la morgue de paredes sucias de cal, en los patios traseros de los prostíbulos, entre el desecho que se acumula a la puerta de las maquiladoras, en los márgenes desdibujados de todos los caminos, por lechos resecos y torrenteras, en el nido del buitre o la guarida del chacal. En los pozos cegados de olvido. Allí me busca pero habéis de saber que yo estoy muerta.

Pronto empecé a morir pues quién puede asegurar que fuese vida una infancia abrillantando con paciencia y talco las joyas de la señora, puliendo interminables espejos de azogue, preparando limonada noche y día para las visitas en el cenador, bajo los mosquiteros. Mi madre era cocinera y yo una niña esclava en aquel caserón despiadado, sin alma.
Seis años peregriné por las maquilas hasta que me trajeron aquí, no diré cómo pues ya estaba muerta. Hay un vocabulario envenenado que me golpea la cabeza y se me atraviesa en los dedos en carne viva. Insumos, programa bracero, arancel, importación, exportación, tráfico, agente federal, narco-territorio, multinacional, transnacional, subcontrata, operación, parque industrial, ensambladora, arnés, componente electrónico, carga, descarga, pieza, camión, libre comercio, trata, beneficio, mano de obra barata, menor de edad, un televisor cada tres segundos, un computador cada seis, gringo, tren de la muerte, frontera, chatarra, patrón … eslabones de una cadena que te ata al tajo catorce horas al día, aguantando la respiración y la orina para que no te castigue el capataz.

Más, más, más, rápido, producción, más, más, más ¡hasta morir!

Zenith, Siemens, Ford, General Motor, Crysler, Johnson and Johnson, RCA, Thompson, Philips… más eslabones de la cadena que nos ata a la miseria y el infortunio aunque encarnen los sueños de tantos, allende la frontera.

Más, más, más, rápido, producción, más, más, más ¡hasta morir!

Pero ya estoy cansada de estar muerta, recostada sobre este lecho de arena que se mueve con las dunas. Demasiado joven. Harta de mirar al sol, harta de esta luz que no es luz si no te deja ver. Dame la mano, amor, que ya es hora. Recogeré mis huesos afilados como cuchillos, uno a uno, alisaré mi cabellera hasta la cintura, negra como el carbón y volveremos a la ciudad.

Volveremos todas. Desde Lote Bravo y Sierra del Valle, desde la Granja de Santa Elena, desde el Cerro del Cristo Negro, Puente Libre o las Lomas del Poleo.

Y pediremos cuentas. Despertaremos de la siesta al gobernador protegido entre pistolas, al jefe de policía ocupadísimo peinándose el bigote ante el espejo , al obispo y al juez haciéndose las uñas tras el confesionario o almidonándose la toga para subir al estrado y subvertir la justicia, al capitalista que cuenta billetes en su sauna privada rodeado de excesos, al narco envolviendo su alijo como ayuda humanitaria. A procuradores, comandantes y congresistas pediremos cuentas. Que ya es hora.


Que la muerte no siga alimentando nuestro miedo.

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