Desde el 1 DE SEPTIEMBRE DE 2012 hemos venido celebrando en numerosos pueblos y ciudades del planeta, las lecturas solidarias "ESCRITORES POR CIUDAD JUÁREZ".

Estas lecturas están convocadas en solidaridad con Ciudad Juárez, en representación de todo el pueblo de México y por extensión de cualquier otro rincón del planeta donde el miedo, consecuencia última de la violencia, es utilizado para imponer la voluntad y los intereses de los grupos de poder sobre los derechos y la dignidad de los pueblos y los ciudadanos.

En nombre del colectivo Escritores por Ciudad Juárez continuamos con esta llamada a la solidaridad y la movilización. Quienes lo deseen pueden remitirnos sus poemas o textos, alusivos al conflicto que padece Ciudad Juárez, que serán colgados en este blog y posteriormente utilizados en cuantos proyectos y publicaciones decidan los organizadores de las lecturas solidarias. Las colaboraciones serán colgadas como entradas, con el nombre del autor o autora, junto al nombre de la ciudad de donde nos escriben. Y cada nueva colaboración del mismo autor o autora será añadida a la primera de sus colaboraciones.

Dirección de contacto: poemasporciudadjuarez@hotmail.es

viernes, 28 de septiembre de 2012

MARÍA JOSÉ GARCÍA BOLÓS, Tomelloso, Castilla - La Mancha

 DÍAS TRISTES

En días tan tristes
el aire trae olor a muerte y a sangre.
Los perros pasean sus huesos
por esta tierra estéril
plagada de piedras y minerales
y sus grietas se convierten en sepulcros
de cientos de mujeres y de niñas
que desde lo más hondo se una sima
gritan y lloran bañadas en sangre y polvo,
devoradas por el abismo
de esos jadeos, martillos de oscuridad,
que se quedan pegados al cabello.

Ellas son ahora como las plantas,
quedan inmóviles en la tierra
sin luz en el cristal de sus ojos,
vacíos como la distancia.

Hasta que una de ellas
clava su rodilla en la grava,
se levanta y va hasta la orilla del río,
se lava la cara y la cabeza,
y toca suavemente sus heridas.

Cierra los ojos,
se concentra en el consuelo
del calor del sol en sus mejillas
y reconfortada, se hunde.

Y así, duerme por fin, amortajada por el río.

 
FRACASO DEL VENCIDO

Buscas heridas y torturas
como si fueran grabados, tatuajes
sobre esta piel del corazón
sensible, pero firme.
Y todas sus siluetas las marcas
con un diamante de insultos y veneno.

Copas de veneno viertes en estos ojos
y en estas plumas como alas,
de estas maquilas vacías por el miedo.
Atropellas los puentes
y las lágrimas que ahogan la garganta.
Sólo por el placer de cometer un crimen
y ver sufrir con ese frío repentino que recorre tu nuca.

Criminal,
ciego de tu culpa y de tu rabia.
Verdugo de cavernas horrorosas
sumergidas en la ladera
del fuego de tu ira,
clavada en tu frente y tus mejillas.

Como un farsante
cruzas tu mirada con tus víctimas,
navajas de plata que se rompen
en la espalda y el cabello
del deseo horrible, espeluznante, que te ocupa.

Nadie te ve, pasas desapercibido;
como un ladrón maquinas tu venganza,
como un camaleón
en constante simbiosis con el miedo,
huyes de los hombres
como el hambre ya saciada;
banderas y policías deshojan tu pasado
de cadenas y mentiras.

Pero es tarde para convertir este calor en hielo,
es tarde para dilapidar la libertad
que contiene a la idea y la sonrisa.

Es tarde,
muy tarde para matar esta esperanza
que no te pertenece
ni te alienta a la victoria.

Tu fracaso es mi pedestal,
el trampolín desde el que grito,
sin necesidad de hablar.
Y todavía estoy aquí,
te sigo esperando,
que este combate aun no ha comenzado
y, lo mejor de todo es,
que a pesar de tus empeños,
aún no me has conseguido.

 
A LA ESPERA

Llevarás tu cuerpo poseída por la rabia
y al primer golpe de agua,
las lágrimas arrancarán de cuajo
tu olor de la memoria.
Desearás arrancarte la piel,
y todos los sonidos e imágenes de tu cuerpo,
pero te quedarás a solas, frente al espejo,
desnuda, muda de espanto.
A la espera de cerrar los ojos un buen día
y poder dormir.
A la espera de ser capaz de no recordar a la niña que eras antes
y que ha muerto para siempre.
A la espera de que se apacigüe tanto dolor,
de que el silencio ahogue esta pena.
A la espera de conformarte,
de aceptarte despojada de ti misma.
A la espera de que tu voz se aclare
y con el tiempo se alce, insistente.

 
SE HIZO DE NOCHE

¡Se hizo de noche tan pronto!
Aún no había caído el sol
y se hizo de noche en mis ojos.
Un sabor a óxido y metal
mezclado con sangre corría entre mis dientes.
Y en la garganta un nudo
fabricado por unas manos ásperas
y desconocidas casi me ahogan.
Había cieno y metal en la carne,
lagunas de olvido
y el dolor bloqueaba los oídos.
Un gran tapón en la cabeza
me lanzaban al abismo en vertical
sin ya importarme para nada
cómo resbalaba frenéticamente.
Pero ya terminó,
y aunque la herida es anterior
volvemos a ella y la reconocemos
para abrazar lo inútil,
para olvidar el miedo.

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