DONDE SE ESCRIBE EL SILENCIO
En algún momento
alguien abrió las puertas a la
muerte,
que penetró los corazones como un
cuchillo sutil,
como un veneno oculto.
Calló con la fragilidad del grito
las conversaciones de la ciudad,
llegó a la basura, entró en los sueños,
la echamos al bolsillo con
la vuelta del autobús.
Fue un instante y nada fue ya igual.
El ruido, la prisa, la mirada hacia dentro,
el vacío bajo los zapatos eran
otros,
el
miedo diferente a cuanto antes conocimos.
Cuando apareció la primera víctima
-casi bella, como llegada de otro
mundo-
nos arrebató la paz.
Fuimos arrojados a los secretos
de las alcantarillas,
al abismo de un tiempo encadenado,
sin esperanza ni futuro
donde se escribe el silencio de la
muerte.
La palabra se hizo túnel ,
subterráneo,
se escondió en los amantes y sus
ropas caídas,
calla entre los huesos de una
ciudad que espera
su justicia, su liberación contra el
olvido.
Solo volverá a vivir cuando sea
dicha.
REBELIÓN
Imprescindible hablar desde la urgencia,
dejar en libertad el sentimiento
aun lleno de aristas, afilado
como un cristal después de la pedrada
y soltarlo aunque se pierda en el grito,
aunque el furor y la lucha lo arrebaten.
Un hombre ha sido asesinado.
El terror nos escupió a la cara su veneno,
nos obligó a cerrar los ojos, calló los labios,
condenó la piedad a pública vergüenza.
Somos testigos del dolor que levantó
una avenida de cuerpos y de brazos
para señalar al asesino.
Es necesario vivir, aunque parezca obsceno
su tesón, que coloniza los aceros del crimen
y los eriales de la sangre derramada.
Imprescindible salir a la calle,
sentirse pueblo en pie, multiplicado en un río
de conciencias, para compartir las lágrimas
como presentes de nuestra recobrada dignidad.
Es una vendimia duramente cosechada,
mas su embriaguez a nada se parece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario